Como muchos ya sabeis, La Biblioteca Nacional de España (BNE) pone a disposición de los ciudadanos la reproducción sonora de alrededor de un centenar de obras de la colección, discos perforados, que conserva en distintos soportes.
Esta digitalización ha sido posible gracias a un proyecto en colaboración con la empresa Tecnilógica, que genera el contenido musical a partir de la imagen digitalizada convirtiendo en contenido digital sonoro el código de perforaciones presentes en estos documentos. Estos discos sonoros son accesible en el portal de la Biblioteca Digital Hispánica, desde el que la BNE ofrece acceso libre y gratuito a su colección de fondos digitalizados, que ya asciende a cerca de 125.000 obras.
Según indica José Carlos Gosálvez, director del Departamento de Música y Audiovisuales de la Biblioteca, “hace un par de años entramos en contacto con esta empresa de desarrollos tecnológicos y les propusimos que trabajaran en algunos de nuestros proyectos musicales. Y uno de ellos es la digitalización de estos fondos. Les pedimos que nos dieran alguna solución para la digitalización de los discos perforados del siglo XIX que tienen sonido codificado”.
Todo este trabajo tiene una doble función: preservar los soportes y evitar que se deterioren, pudiendo escuchar toda esa colección antigua con más facilidad al subirla a la Biblioteca Digital Hispánica.
Gosálvez destaca “preludios de zarzuelas, temas populares, operetas, óperas… Como curiosidad, tenemos el Himno de Riego, que con el paso de los años llegó a convertirse en un himno republicano oficial.”

La colección de registros sonoros que conserva la Biblioteca Nacional comienza con las órdenes y decretos de 1938 y 1942 de Depósito Legal y de Propiedad intelectual de Obras Fonográficas, que establecen como requisito previo e indispensable para que se lleve a cabo el reconocimiento de la propiedad intelectual “la obligación de depositar el disco en la Biblioteca Nacional”.
En esta colección, es donde encontramos los Discos Perforados. Discos que se utilizaron para la reproducción del sonido en el siglo XIX empleaban aparatos reproductores (los “tocadiscos” más primitivos) basados en mecanismos neumáticos similares al del organillo (como en los modelos Ariston, Ariosa o Herophon) o de caja de música (como en el Symphonion). La actual colección de discos perforados en cartón o en metal de la BNE es de alrededor de un centenar de piezas, todas ellas fabricadas entre 1880 y 1900.
Pero no sólo encontramos este tipo de material en la colección, sino que además, se compone de otros fondos como; Cilindros de cera, Rollos de pianola, Discos de pizarra, Discos de vinilo y Cintas magnéticas.

Estas grabaciones sonoras siempre han sido productos muy populares, por lo que tienen gran valor testimonial para conocer la realidad sociocultural de cada época. Las empresas fonográficas y sus distintos sellos reproducen lo que la sociedad demanda y, por tanto, las colecciones históricas de grabaciones son herramienta de investigación imprescindible para sociólogos y musicólogos, además de ser realmente interesantes para la sociedad en general.
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