El pasado cuatro de febrero se cumplieron cincuenta años de la primera emisión de la serie “Historias para no dormir”, de Narciso Ibáñez Serrador. Paradójicamente, el primer capítulo que se emitió se titulaba “El cumpleaños” y estaba basado en un relato de Friedrich Brown. Aprovechando este acontecimiento, repasaremos las diferentes etapas de esta mítica serie y lo que supuso en su época para la televisión en nuestro país.
La última etapa del gobierno franquista quiso caracterizarse por una apertura al mercado internacional. En este intento, el ministro de Información y turismo, Manuel Fraga, responsable de los medios de comunicación, hizo una serie de reformas que, aunque se notaron poco dentro del país, sí consiguieron que tuviésemos presencia en festivales y mercados internacionales de televisión. Se abolió la censura previa de los diarios y revistas y se construyeron los estudios de Prado del Rey entre otras medidas.
En este marco, llegó Ibáñez Serrador a televisión española. Ya traía una nutrido currículum como actor y guionista. También había hecho sus pinitos como director teatral. Empezó escribiendo algunos guiones para el programa Estudio 3 con el seudónimo Luis Peñafiel. Esta experiencia le dio la oportunidad de observar un mayor éxito de público con las historias de terror y suspense que con otros géneros.
Historias para no dormir fue su primer gran éxito. Era la primera vez que el género de terror y suspense se instalaba en la televisión de España, a pesar de que tenía una larga tradición en los países anglosajones. La mayoría de los guiones eran adaptaciones de relatos de autores internacionales como Edgar Allan Poe, Guy de Maupassant, Gastón Leroux o Stevenson, aunque también los había escritos por el propio Ibáñez Serrador, siempre firmados por Luis Peñafiel.
La serie tuvo tres etapas emitidas en 1966, 1967 y 1982 respectivamente, aunque se intentó grabar una cuarta en el año 2000, no llegó a hacerse realidad, ya que Narciso Ibáñez no estaba dispuesto a dirigir todos los capítulos como en las anteriores entregas, y no encontraron directores que lo hiciesen.
La segunda etapa tuvo especial importancia, ya que con su capítulo “El asfalto”, con guión original de Chicho, ganó el primer premio internacional en la historia de televisión española: la ninfa de oro del festival de Montecarlo.
La duración y el formato de los capítulos va cambiando en las diferentes etapas, aunque siempre son relatos independientes de terror y suspense y todos empiezan con una introducción cómica hecha por el director.
Lo que sí llegó a buen término fue la serie de largometrajes “Películas para no dormir”, coordinadas por Ibáñez Serrador, en las que participaron seis directores consagrados en el género incluyéndolo a él. Estos directores fueron Jaume Balagueró, con la película “Para entrar a vivir”; Paco Plaza, con “Cuento de Navidad”; Alex de la Iglesia, con “La habitación del niño”; Mateo Gil con “Regreso a Moira”; Enrique Urbizu, con “Adivina quien soy” y Chicho Ibáñez, con “La culpa”.
El mérito de este cineasta, del que ya hemos hablado en este blog en otras ocasiones, radica sobre todo en su gran conocimiento del mercado audiovisual internacional y su capacidad de adaptarse a él, pudiendo incluso predecir situaciones derivadas de los cambios evolutivos de este mercado. Algunos capítulos de Historias para no dormir evidencian estas aptitudes. Para despedirnos, vemos un ejemplo: