En sus comienzos no se percibía el cine como fuente de información científica o cultural que debiera conservarse y difundirse. Este hecho provocó un desafecto por la documentación audiovisual por parte de los profesionales de la información, lo que llevó a la pérdida de patrimonio y muy posteriormente a la creación de instituciones especializadas para la conservación de películas y documentales.
La aparición del cine sonoro en 1929 supuso un punto de inflexión. A partir de entonces las productoras se mostraron proclives a crear archivos destinados fundamentalmente a la conservación de estas películas, por lo que podemos decir que fueron los primeros intentos de creación de archivos audiovisuales.
Aunque en España la filmoteca no se creó hasta 1953, los primeros archivos de documentos audiovisuales se fundaron a finales de los años 30. El desarrollo de estos archivos se vio promovido a raíz de la publicación del decreto 495/1964 de 20 de febrero, que obligaba a la filmoteca española la entrega de una copia de toda película que haya sido producida o coproducida en España.
En otras áreas los soportes han evolucionado rápidamente, en el cine el soporte fotoquímico ha reinado durante casi 100 años. Es más, según las indicaciones del Image Permanence Institute del Instituto de Tecnología de Rochester controlando temperatura y humedad las películas pueden tener una vida mayor que cualquier otro soporte (podéis ampliar información en nuestro post “La película fotosensible como medio de conservación digital
Los fabricantes de películas han utilizado básicamente tres tipos de plástico transparente para las bases de las películas: el nitrato de celulosa, el acetato de celulosa y el poliéster.
Gran parte del material cinematográfico audiovisual anterior a 1950 se conserva con esta base de nitrato.
Las bases de nitrato dejaron de utilizarse debido a su alta inflamabilidad hasta que en 1950 la casa kodak introdujo las bases fabricadas a base de poliéster, un compuesto químico mucho más estable y que ha durado hasta nuestros días.
Para finalizar no podemos dejar de destacar que; en sus comienzos se dudaba de la aportación de conocimiento del cine y su pertinencia como fuente para la historia, ante la importancia que ha ido adquiriendo la imagen, los historiadores se han tenido que rendir ante esta forma de cultura no escrita.