Hace aproximadamente una semana, me encontraba leyendo un artículo que tenía por título el mismo que lleva este post, un artículo escrito en el Diario La Ley del 27 de febrero por Almudena Vigil Hochleitner.

Este artículo se centra en las cuestiones que se trataron en la mesa redonda sobre “La importancia estratégica de la tecnología en el futuro de la abogacía”, organizada el 11 de febrero en la Facultad de Derecho de ESADE y la Fundación Wolters Kluwer.
Trataron el tema de los avances de la tecnología diversos profesionales, centrándose en un nuevo sistema desarrollado por IBM; Watson. Este sistema como se dice en el artículo “es una herramienta de computación cognitiva que reconoce el lenguaje natural, responde a preguntas complejas analizando gran cantidad de información, muestra de forma clara y sencilla su razonamiento y tiene capacidad de aprendizaje”.
Parece increíble que estemos hablando de inteligencia artificial y de su aplicación a la gestión del conocimiento en campos como puede ser el derecho.
En esta mesa redonda se trató básicamente el tema de Watson y cómo afectan este tipo de avances tecnológicos a los despachos y al trabajo diario del abogado.

Aunque el tema de herramientas de computación cognitiva y de inteligencia artificial aplicadas a la gestión documental me parece fascinante, y creo que es un tema en torno al que podemos reflexionar, este artículo me ha hecho pensar en otro tema y plantearme una pregunta:
¿Es posible que el documentalista siga siendo tan desconocido incluso en un ámbito como el derecho, dónde ya hay muchos despachos que incorporan documentalistas en sus plantillas? Por lo que parece si, seguimos siendo el gran desconocido.
Quizás parezca que no tiene sentido relacionar el tema que trataban en el artículo con el conocimiento o no del perfil del documentalista, por eso voy a transcribir algunas partes para entender por qué la pregunta:
1.- “[…] si la clave para su buen funcionamiento es la correcta alimentación del sistema, es decir, “educar a la máquina”, no hay riesgo de que con ello se vayan a perder puestos de trabajo en la abogacía: […] se necesitará contratar nuevos perfiles en los despachos con más talento y nuevas capacidades”.
2.- “Un abogado pasa en torno a un 30% del tiempo, que es aproximadamente una hora y media al día, buscando información, y ahí Watson nos podría ayudar, pero también pasa alrededor de una hora buscando papeles que no sabe dónde están, o haciendo fotocopias, etc.”
3.- Se hace hincapié “en quién será quien “alimente” a la máquina, ya que la tecnología Watson, al igual que las personas, va aprendiendo con la experiencia y es muy importante el uso que se le dé la manera de explotar sus capacidades”.
Como se puede ver en estos párrafos, se habla de gestión del conocimiento, de búsqueda de información, del tratamiento de la misma, etc. Todo en relación a Watson y a las posibilidades que este abre a nuevos perfiles profesionales. Esto es lo que me hace sentir que la figura del documentalista y todo lo que puede aportar es desconocida, se habla de crear un perfil profesional que gestione la información y el conocimiento, un perfil que ya existe. Quizás el debate no sea que haya que crear nuevos perfiles que trabajen en despachos, si no quizás, cómo estos perfiles profesionales pueden aportar más valor aún a este tipo de avances tecnológicos, ya que como se dice en el artículo tiene que existir un profesional que “eduque a la máquina”.
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